GRIMALDI SOCIAL CLUB

MANIFIESTO Por Oscar Castro

                      Grimaldi social club. ¿Que historia?

 

 

Cuando me llamaron a París para preguntarme si me entusiasmaba ir a Chile para hacer una animación teatral en el "Parque de la Paz", aprovechando ese enorme movimiento de artes escénicas que provoca durante en el mes de enero el festival llamado "Teatro a Mil", mi respuesta fue positiva pero sin pasión. En la conversación con mi amigo Pedro Mata, mi interlocutor, poco a poco me fui entusiasmando. Me habló de toda la infraestructura que se había instalando en ese lugar para realizar actividades con la finalidad de preservar "el presente de la memoria". En ese momento en mi cabeza comenzaron a desfilar las actividades teatrales que organizábamos en los Campos de Concentración durante la dictadura. Actividades que habíamos bautizado "Los viernes culturales". Ese día los comedores de la prisión se transformaban en teatro.

 

En cartelera, cada semana había un nuevo espectáculo pues el público era siempre el mismo.

 

En el Campo de Concentración vivimos momentos inolvidables de una extraña felicidad compartida. Porque reímos tanto como lloramos, imagínense entonces cuanto reímos. Porque sufrimos tanto como amamos,  imagínense otra vez cuanto amamos.

 

Los que sobrevivimos a esos oscuros momentos de nuestra história, descubrimos en prisión que los que ganan no son los mas fuertes sino los que se saben adaptar.

 

En los campos había una gran actividad que iba desde el compartir conocimientos a jornadas deportivas. De concursos de literatura a una creación artística de artesanía en diferentes materiales que iban de la lana a los metales pasando por el cuero y la madera. Talentos que teníamos todos y que fuimos descubriendo en el cotidiano de esos días de encierro insoportable.

 

Nuestra vida en prisión era de una intensidad sorprendente. No teníamos tiempo para nada. Las agendas de los presos estaban llenas de actividades. Conferencias sobre la alimentación dada por médicos prisioneros. El descubrimiento de galaxias en la iniciación a la astronomía, especialidad de un compañero apasionado  de la estrellas que venia de Punta Arenas. Si sumamos a eso los cursos de historia del arte entregados por el catedrático Leonardo León, ex profesor de esa materia en la Universidad de Chile, entre otras muchas y diversas actividades, dar una sita para inventar otro proyecto, era entrar directo a un delirio surrealista.

 

Esta semana no puedo.

 

¿Y la próxima?

 

¿La próxima? Si. El martes entre el campeonato de ajedrez y el curso de ingles me quedan unos quince minutos… Siempre que no salga en libertad en los próximos días.

 

Los próximos días tienen semanas muy largas así que no veremos el martes.

 

Si usted lo piensa así compañero, mi respuesta es: de acuerdo.

 

Así era nuestra existencia. Habíamos ganado. Nos adaptamos con creatividad a esta dura prueba a la que nos había sometido la vida. Los militares eran expertos en reprimir, en asesinar. Eran ellos los que convivían con la muerte. Nuestra resistencia era y será siempre vida. Hay que combatir la muerte con la vida. Esa consigan es una devisa universal.

 

Mi dominio fue el teatro en todas sus formas. Utilizando la cancha de futbol para representaciones masivas y nuestro teatro "municipal" construido cada viernes con las mesas que servían de escenario y los bancos de madera, que se transformaban en cómodos sillones de terciopelo rojo, para los espectadores. Así fue. Porque la imaginación son los ojos del alma.

 

Fue en esos momentos que pensé que la proposición de ir era una oportunidad histórica en lo que a teatro se refiere: presentar las piezas que dimos en los Campos de Concentración con los mismos comediantes de esos días de infortunio.

En aquella época los que formamos parte de ese grupo teatral teníamos entre 25 y 35 años. Hoy los mismos tenemos entre 60 y 70 anos.

 

Una prueba más de esa victoria, la nuestra, de los que se adaptaron en esas injustas circunstancias para seguir cantándole a la vida y a la tierra. Porque cantando se funda la patria y porque sino cantamos la tierra se muere.

 

Presos cantamos y ese canto nos forjó en el alma para siempre la idea que otro mundo es posible.

 

En enero démonos la cita de honor de volver a vernos.

 

Que lleguen los que trabajaron en los telares. Los metaleros. Los del cuero también juntos con los que trabajaban la madera. Los poetas, los cantores. Ahí todos juntos contaremos lo vivido para que no quede duda que a pesar de nuestras batallas sin destinos y de nuestras victorias fracasadas, que más allá de esto y de lo otro, la vida es una maravilla. Estaremos en Grimaldi convencidos que la vida solo por ser vida ya es un milagro.

 

Oscar CASTRO



30/12/2008
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